Se extiende un mantel en el sueño del bosque.
Ella, con el lomo tatuado de días
lleva los años burlando la sed
la esperanza de comer lo que sobra del amor
pero no se afinca en el sueño
intenta brillar, ser real
acariciar los segundos de plenitud
aunque todo sea una broma
y la noche termine de atravesar
la noche que guarda el sol
el hogar de la lástima
donde el alcohol no corre
galopa incansable por el abismo
réquiem sobrio de la exactitud
y el tiempo de descanso.
Ella despertó algún día
enfrascando la incertidumbre
sin saber si esperara tanto
la muerte desnuda.
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Le inventa historias con final feliz, para obtener una sonrisa.