Ayer-Hoy
Los-de-aquí
no los vemos.
Rostros transparentes,
bajan los ojos,
cuerpos presentes
nos rodean:
manteros,
basureros,
albañiles,
mujeres de la limpieza,
cuidadoras,
prostitutas,
prostitutos,
recolectores de fruta.
Sin nombre,
en nuestras ciudades y pueblos,
cuerpos colonizados.
Hoy-Mañana
Los-de-allí,
hijos sin nombre,
hijos sin rostro
alzan la frente,
nos miran,
directo a los ojos.
Nace el monstruo:
fronteras,
barreras,
límites,
concertinas,
vallas,
muros,
perros,
pasaportes,
torres de control,
sensores de movimiento,
cámaras térmicas,
Mare Mortum,
apartheid,
indiferencia.
Palabras-máscara
para ocultar la vergüenza de la visión infrarroja,
el aura de cuerpos vivos,
la energía de la supervivencia.
Líneas de sutura invisibles
para tapar la presencia de lo ausente,
lo invisible.
Son si son sin cuerpo, sin representación, sin historia, sin sentimientos.
Son si son una ilusión visual.
Son si son un eco de su voz.
Son si son la negación de la existencia del otro lado, del otro.
El monstruo es vidrio
que permite mirar sin ver,
que permite negar tanto si el otro me mira como si no.
Interior – Exterior
Nuestra realidad trampantojo
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