Dejo que mi sur se acurruque
en tu ser, mientras la soleá retumba
en cada poro de los dos.
Y puede ser, virgen lacrimosa,
que tus lágrimas quemen algún día
mis venas. No lo sé.
Solo sé que hasta el momento eres mía
y yo soy tuyo, desde mi carne hasta
mi espectro.
Voy detrás de tu lujuria roja como
si fuese un triste toro ensangrentado.
Me has clavado cada rinconcito de
tu mente en la mía.
Ni satán, ni cristo, ni ningún dios podrá
quitarte de mi ser.
Eres más venenosa que el mismo tabaco,
pero igual de adictiva.
Bríndale este toro moribundo al
siguiente que caiga en tu ruedo y
recuerda cada vena perforada, de mi
cuerpo, por tu pensamiento.
etiquetas: pasión 48 lecturas prosapoetica karma: 55