Para que yo me enfadara contigo hicieron falta diez años,
cana arriba, cana abajo. No soy buena con las fechas
y si sobrepasa el lustro, tiene poco
de recuerdo, créeme.
La memoria inventa verdades que no escuezan
—que no escuezan tanto—.
Me enfadé contigo hoy mismo.
No antes, cuando dijiste que dudabas,
cuando tuviste el valor de confesarlo en una cocina
donde solo estábamos tú y mis ojos;
porque eso era yo, unos ojos que buscaban
la cámara oculta, la gracia, la broma.
Claro, no la encontré.
Me enfadé contigo hoy mismo.
No entonces, cuando el salón acabó llorando
con nosotras.
Tú te sentías culpable. Yo me sentía imbécil.
Pero no podía enfadarme contigo,
porque siempre eludías empalagos, escapabas
de ideales, rehuías las promesas y me cuesta
recordarte agarrada de mi mano.
¿Cómo iba a enfadarme si me estabas
avisando del tropiezo que vendría de seguir
sumando tiempos —juntas—?
Me enfado ahora, a las ocho menos cuarto
que anochece en la plaza, tan azul oscuro el techo,
con Cervantes aguantando el semblante
para no reírse de mí.
Me enseñaste a percibir las despedidas
desde lejos,
pero nunca me explicaste
por dónde debía caminar si quería evitarlas.
etiquetas: plazas, preguntas, enfado, sejmet 112 lecturas versolibre karma: 124
Un abrazo
"Cana arriba, cana abajo", aquí te llevas un abrazo
Muchas gracias por tu emoción hecha comentario, @JanaRivera.