Durante muchos años he luchado contra la depresión, han existido momentos donde he creído claudicar y dejarme vencer por los pensamientos negativos que me atenazan en esos días de tormenta. Una vez decidí escribir sobre todo aquello que intento una y otra vez aplicar en mí pero cuando estoy a punto de lograrlo todo se derrumba y vuelvo al abismo. Un Edén Llamado Tú es una profunda y honesta reflexión de lo que no debemos hacernos. Espero de todo corazón que pueda serte útil para que tu vida sea de mayor plenitud, balance y paz. Gracias, esto es por ti, por mí, por todos.
***********************
¿Qué sucede cuando perdemos la motivación y las ganas de continuar el camino? Es evidente que en ello se ve afectada nuestra autoestima. Por naturaleza somos grandes guerreros, siempre prestos a luchar por lo que deseamos alcanzar. Somos perseverantes pero en algún momento nos sentimos desalentados y hasta llegamos a experimentar una vaga derrota. Somos portadores de una amplia artillería para batallar contra corriente y no dejarnos decaer por circunstancias que bien podríamos enfrentar sin permitir que nos afecte, es derrumbar todas y cada una de las barreras que se levantan en nuestra mente, estar conscientes que en cada uno de nosotros hay un ser de firmeza absoluta y grandes capacidades que nacimos para el éxito nunca para el fracaso. Ciertamente somos vulnerables pero a través de una constante actitud positiva evitaremos que las debilidades vayan por encima de nuestras fortalezas, es un excelente antídoto. La vida es compleja y sumado a esto una despótica incomprensión colectiva, social, donde muchos de los valores éticos y morales están desapareciendo del horizonte de la conciencia por ende nos hace proclives a las flaquezas. Ser un mástil en medio de la tormenta no es fácil pero un capitán que conoce su barco y confía en su tonelaje llegará a puerto seguro sin mayores contratiempos. Mientras mantengamos la mente imbuida en pensamientos positivos estaremos canalizando energías que atraerán armonía, paz, tranquilidad y un hilado equilibrio entre las emociones y la mente, ya que estás se retroalimentan invariablemente, por tanto, si gozamos de una mente sosegada nuestras emociones también lo estarán, así evitaremos la ansiedad, el temor y todos aquellos sentimientos que nos procuren un resquebrajamiento innecesario, inclusive, llevarnos a estados depresivos (es mi caso). En la medida que exploremos nuestra esencia, iremos descubriendo nuestro ser, iremos develando el paraíso perdido del hombre, su propio y maravilloso mundo. La pauta que marcará nuestro éxito en las cosas que emprendamos es la persistencia indefinida, la seguridad que tengamos en sí mismos, sin renunciar jamás. Todo cuanto anhelemos y nos propongamos será obtenido siempre y cuando lo queramos con determinación. El reconocido motivador norteamericano Zig Ziglar nos dice: “Deje todas las excusas de lado y recuerde esto: vos sos capaz”. Esto tiene mayor trascendencia cuando la conciencia se hace presente, ella es la beligerante que nos conduce inequívocamente por un camino seguro. Todos poseemos la capacidad de hacer grandes y pequeñas cosas, todo dependerá del grado de entusiasmo que le imprimamos. Cada cosa que decidamos emprender no puede estar desligado del amor como motor generador de avasallantes realizaciones e inspirador de grandes hazañas las cuales muchas descansan en la historia de la humanidad. El amor es una necesidad social, espiritual, personal, sin él careceríamos de interés, empeño, ímpetu en lograr nuestra realización personal. El amor es imprescindible y lo que nos hace un auténtico y valioso guerrero frente a los avatares que la vida nos presenta. Si el amor no existiese así como tampoco la razón y la conciencia, aún permaneceríamos en las cavernas intentando descubrir quiénes somos. Esforzarnos en evitar actitudes nada cónsonas con una mente efectiva deslastrada de pensamientos que nos infunden desconfianza, escepticismo, es la manera más saludable de concretar proyectos de vida que nos hagan sentirnos útiles y nos provean de seguridad, ventura, satisfacción y primordialmente felicidad. Recordemos que nadie surte de felicidad nuestro mundo es una misión muy personal y el gran compromiso que asumimos al tener noción de nuestra presencia en el plano terrenal. Todo nuestro largo trayecto por los intricados caminos de la vida lo hacemos acompañados de nosotros mismos, esto significa que somos los primeros en darnos amor, cuidados, respeto, lealtad, honestidad, sinceridad y una infinita felicidad para estar en condiciones de amar a quienes nos rodean. No podemos tratarnos como si fuéramos extraños, convivimos con nuestro ser hasta el final del trayecto, sino perseveramos por nosotros y para nosotros nadie lo hará, es un deber que nos compete individualmente. Hacernos felices es una responsabilidad humana, madura y consciente. La pareja, la familia, los amigos son complementos para nuestra felicidad, constantes motivadores en la lucha encarnizada e indetenible por lograr las metas trazadas y con ello navegar en el éxito personal. El principal motivador es nuestro “YO”, Yo Puedo, Yo Quiero, Yo Tengo. Pero la motivación externa también es importante, nos hace sentir más enganchados con las expectativas que tengamos. La dedicación es parte fundamental para concluir proyectos. Como el pintor pasa horas frente a su caballete dando forma y color a sus creaciones, el escritor que trabaja largas jornadas dando vida a personajes e historias, de la misma manera hay que atender las necesidades que nuestro Universo requiere con escrupulosidad y celo para un óptimo resultado que redundará en felicidad. El Yo Puedo es la representación de que nada estorbará ni impedirá nuestras aspiraciones, al sentir ese poder energizante ya tendremos un 50% de logro. El Yo Quiero es la resolución contundente y decisiva para encaminarnos a la cima de la plenitud, el éxito y la felicidad. Y el Yo Tengo es la certeza de contar con las herramientas para concretar ideas o planes que adoptemos. Para que todo encaje hay que contar con una mente activa y radicalmente positiva, deshacerse del pesimismo convulsivo que pervive en los pensamientos, desinfectar la mente de todo aquello que nos desvié de la senda que nos conducirá a la esperanza, la alegría y la emoción de vivir. Aunado a ello tener un amplio conocimiento de nuestro mundo. Como escribiera alguna vez el filósofo griego Sócrates: “Conócete a ti mismo”, para unos no es tan sencillo de aplicar y para otros de comprender, si conocemos la mecánica quántica y su empleo maravillándonos por la genialidad de Einstein, conocernos no es tan engorroso como parece y creemos. Conocernos nos dará la oportunidad de valorarnos en la justa medida que lo merecemos. El filósofo estoico Epícteto sostenía: “La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos; la cosa más fácil, hablar mal de los demás”. Precisamente por que pasamos gran parte del tiempo sumidos en lo superfluo y banal que en algunas circunstancias suele ser el mundo exterior y lo que realmente tiene valía e importancia lo ignoramos. El mayor flujo de conciencia positiva tiene su origen en la mente, en las imágenes que sembremos en ella de la manera como la alimentemos. Si permitimos que nuestros pensamientos se conviertan en profetas del desastre no cabe la menor duda que nuestra vida finalizará en un despeñadero. La mente es el ordenador que maneja todo nuestro sistema, es perfecta pero manipuladora por tanto debemos estar muy atentos y no dejarnos influenciar por su poder. Si el ser humano diera utilidad al cien por ciento de la capacidad mental que posee sería verdaderamente perfecto en el Universo pero sólo usamos una ínfima parte de él, sin embargo, ha sido lo suficiente para llegar a la Luna. El cerebro se adapta a todo, se vuelve resistente y más potente cuando se le presentan situaciones absurdas y efectos como las ilusiones ópticas las cuales hacen que la mente se acomode a diferentes ideas simultáneamente. El poder mental se puede desarrollar siendo detallista y observador entre otras cosas. El éxito y el fracaso dependen de la sabiduría y la inteligencia que nunca pueden funcionar apropiadamente bajo la influencia de una mente funesta. Según el Dalai Lama: “Nuestros problemas se deben a un apego apasionado a las cosas y a deseos que nunca se satisfacen por completo, entonces generan aún más angustia. Percibimos a las cosas como entidades permanentes. En el empeño de conseguir éstos objetos de nuestro deseo, empleamos la agresión y la competencia como herramientas supuestamente eficaces, y nos destruimos cada vez más en el proceso”. Vivimos en un mundo que se orienta cada día más a la plasticidad, en ello tiene su grado de responsabilidad los medios de comunicación. Trastornos como la bulimia, la anorexia se deben a una constante búsqueda de la perfección corporal, sin medir las consecuencias que acarrea, todo gracias al perenne bombardeo psicológico a través de la publicidad y programas denigrantes y de baja autoestima. Es aquí donde entra en juego la mente como caldo de cultivo para éstos mensajes destructivos y perniciosos que en lo absoluto contribuyen a su sano equilibrio y funcionamiento. Se inicia una batalla campal entre las tenazas de la mente y la fuerza de la voluntad para no vernos arrastrados por el vendaval sólo aquellos que estén en la buena disposición de no dejarse remolcar sabrán reponerse y salir airosos. La voluntad es más poderosa que las armas. Si nuestra mente se ve dominada por lo negativo desperdiciaremos la mejor parte del cerebro: la sabiduría, la capacidad de discernir y decidir con conciencia. Empaca con alegría, compra un boleto y viaja al maravilloso mundo: Un Edén Llamado Tú. ¡Feliz Viaje!
114 lecturas prosapoetica karma: 119