Hace unas pocas semanas tuve la ocasión de charlar con la que quizá sea la librera de poesía más veterana de nuestro país.
Le hablé de Poémame, de la gran comunidad que lo forma, y del proyecto de poner en marcha una pequeña editorial. «¿Otra editorial más?» fueron sus palabras.
No le falta razón. Las editorial de poesía surgen -surgimos- como setas en un otoño lluvioso. ¡Cada vez hay más! Y no es fácil separar el grano de la paja y la pregunta de Gustavo Adolfo –¿qué es poesía?– corre el riesgo de quedar sin respuesta.
En Poémame entendemos la poesía como un bar, un sitio de paso o de encuentro. Abierto a cualquiera que quiera compartir sus letras con nosotros. Creemos en la poesía como un bien común, accesible a todos, y hacemos nuestras como un credo los versos del poeta León Felipe en su paráfrasis al Canto a mí mismo de Walt Whitman:
Que no gruñan ni me salgan al paso los escribas pragmáticos
y los honrados lebreles eruditos;
que no se solivianten los defensores de los sagrados
derechos de la letra;
que se callen aquí los scholars,
los arqueólogos
y el intérprete del hotel.
Porque, ¿a quién fue, a vosotros o a mí, a quien Walt le dejó encomendada esta nota?
«Poets to come, arouse! for you must justify me.»
«Poetas del mañana, ¡levantaos! porque sólo vosotros debéis justificarme.»
Porque solo nos debemos a vosotros y vosotras, poetas del mañana, Poémame Editorial Abierta de Poesía es también vuestra editorial.
Nos leemos y, como solemos decir en Poémame, ¡salud y poesía!